De todos es conocida ya la airada reacción de Pepa Luzardo cuando se confirmó que Nardy Barrios va a por ella, en el sentido metafórico-electoral, aclaramos. Se lanzó Luzardo a decirle de todo a Barrios como si la exdiputada le hubiera arrebatado el tesoro más preciado que se puede tener. Reacciones alérgicas aparte, Pepa anda metida ya en la faena de seleccionar qué concejales del actual equipo de gobierno no quiere ver ni en pintura. Ya les dijimos qué cinco personas quiere en los cinco primeros puestos (Montesdeoca, El Jaber, Guerra, Martín y Mambrilla), pero no a quiénes ha descartado por completo. Por ejemplo, ha descartado para siempre a un amigo suyo del alma, Rafa Santana, concejal de limpieza, que anda metido el hombre en una bajona (estado emicional también conocido como depresión) que lo tiene hasta esquivando a los medios informativos. Ya se sabe que a estas alturas una metedura de pata a lo Antonio Naranjo se paga cara. Pero Rafa todavía tiene la esperanza de que Pepa reconsidere su postura y lo llame entre los elegidos. Para ello, el hombre no hace otra cosa que méritos. Por ejemplo, cada vez que Pepa va a acudir a un acto de cualquier tipo, sea cóctel, ágape, pregón, inauguración o cuestación de damas de acrisoladas virtudes, allí se planta con antelación suficiente y necesaria una cuadrilla de limpieza a dejarlo todo como los chorros del oro. Tal es el despliegue, que le han tenido que pedir que no se esmere tanto. La petición ha provenido de doña Soco.