No hay que olvidar tampoco el origen del terremoto político que compitió este lunes con la erupción volcánica del Mar de las Calmas, otra paradoja más de esta tremenda ultraperificidad. Y el origen estaba en esa firma tan sandunguera celebrada en sede parlamentaria, como si eligiendo la casa donde anda residenciada y renqueante la soberanía popular, al apaño se le diera un barniz de credibilidad democrática. Cosas. Ya saben que Soria le ha otorgado a Nacho la gracia de incluir algunas candidatas al Senado y, en las lista al Congreso de los Diputados, a alguien del CCN en el puesto séptimo por Santa Cruz de Tenerife y en el sexto por Las Palmas. Del primero no conocemos su identidad, a no ser que hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos en otro histórico del PP que se marchó dando un portazo y también regresa ahora embelesado. Nos referimos a esa cabeza tan privilegiada que responde al nombre de Benito Codina, escondido estos últimos días para que no le tiráramos de la lengua. Por Las Palmas anoten el nombre de Lorenzo Olarte, que iría de sexto, un lugar de complicado éxito pero sin atrevernos a descartar nada. El ex presidente vería de ese modo cumplido su más reciente sueño: trabajar a las órdenes de José Manuel Soria y completar de una puñetera vez su aportación a la Tesorería de la Seguridad Social para retirarse con una pensión digna.