A Lucas Bravo de Laguna, alcalde de Santa Brígida, le adornan muchas cualidades que le convierten en una auténtica promesa de la política. Tiene planta, palabrerío y una pasión por la cosa pública seguramente heredada de su progenitor, José Miguel Bravo de Laguna. En ocasiones, si uno cierra los ojos cuando está actuando en el pleno municipal, parece escuchar a ese veterano político que lo fue casi todo en la UCD y casi todo en el PP. Hasta que llegó Soria, del que el Niño Lucas también ha cogido algún recorte. Rechinaron varias veces en el pleno de este jueves un par de improperios a los concejales (incluida su socia Amalia Bosch) con una frase que nos resultó muy familiar: “No le voy a permitir” tal cosa o tal otra. Y algo que también hemos escuchado en corporaciones cercanas, unos chascarrillos que trataron de ser simpáticos pero que, al igual que los dichos por el maestro, sonaron a chiste barato.