El relevo en la presidencia del PP canario hará que se muevan otras piezas fundamentales en el engranaje de un partido que pretende encaramarse al Gobierno de Canarias lo antes posible, o en el peor de los casos, en las autonómicas de 2015, un sueño que Soria nunca pudo hacer realidad y que aún estos días trata de lograr con maniobras desestabilizadoras del pacto entre CC y el PSOE. Con Soria en Madrid de modo casi permanente, se pondrán en almoneda las presidencias insulares más apetecibles, especialmente la de Tenerife, donde casi todos los dirigentes dan a Cristina Tavío por amortizada. Elegida para ese puesto en diciembre de 2000, Tavío atraviesa en estos momentos sus horas más bajas a pesar de haber alcanzado unos resultados electorales magníficos y haber contribuido desde ese isla a que Soria sea más considerado aún en Génova. No tiene cargo público con presupuestos y mando en tropa, y se mueve sin recato para hacerse con la delegación del Gobierno o algún puesto de relumbrón distinto a su portavocía en la oposición en el Ayuntamiento de Santa Cruz o su pedanía parlamentaria. Paradójicamente, los que más le deben, los que consiguieron un puesto gracias a ella, serán los más dispuestos a relevarla por cansancio o por reconocimiento tácito de sus limitaciones ante los retos que por fin se le aproximan al PP en las Islas. También para sustituirla se ha postulado Miguel Cabrera Pérez-Camacho, que optaría a presidir el PP tinerfeño si Soria no suelta la poltrona regional, pero en la cola hay otros dispuestos a dar ese paso, como Ángel Llanos, que ya lo intentó en 2008 sin éxito.