Mucho nos tememos que Juan José Cardona tampoco podrá cumplir su promesa electoral de rebajar los impuestos en Las Palmas de Gran Canaria en 2013, el propósito que le está conduciendo por esos desventurados caminos del tijeretazo y tentetieso. Lo malo es que, cuando él se de cuenta de que lo que no puede ser no puede ser, quizás sea tarde para reponer el daño que puede haber infligido a todas esas personas que verán reducidas las coberturas sociales, o para resarcir a los empresarios que notarán cómo desciende su actividad por los recortes de todo tipo que se diseñan desde la sexta planta de las oficinas municipales. Hasta el Ayuntamiento de Madrid, uno de los más endeudados de Europa gracias a la impecable gestión del PP, anda lanzando avisos a navegantes: no se pueden bajar impuestos en estos momentos si hay que mantener los servicios a los ciudadanos, pagar a bancos y proveedores y devolver al Estado la deuda contraída, ha dicho Juan Bravo.