La solución existe, y nos aseguran que está hasta escrita en el estudio de impacto ambiental. Pero, insistimos, hay que parar ya para evitar males mayores, ya que es muy probable que los cajones de hormigón que se están fondeando pasen a ser de otro tamaño y, posiblemente construidos de otra forma. Pero, además de los cajones, y en previsión de que el efecto del espaldón haya que solucionarlo con una obra de mayor ancho, haría falta más escollera, lo que llevaría a variar las condiciones de explotación de la cantera de Roque Ceniciento. O sea, que existen soluciones pero desde la lógica. Antes habrán de cesar las luchas políticas que se traen Pepa Luzardo y Luis Hernández, la primera mal asesorada o sin asesoramiento, y el segundo en el papel de jabalí moribundo.