No ha sido esta semana la más propicia para que el alcalde de Santa Brígida, Lucas Bravo de Laguna (PP), crea en la justicia. Primero fue la sentencia de la Audiencia Provincial que despiadadamente le arrebataba de entre sus garras el pescuezo de la concejala nacionalista Victoria Casas, a la que quería descuartizar en medio de la calle Tenderete por los comentarios colgados en su blog contra el Niño Bravo y los concejales ecopijos Amalia Bosch y Emilio Ventura, compañeritos todos ellos del gobierno municipal satauteño. Pero es que no se le había pasado el estruendoso cabreo al alcalde cuando le llegó de sopetón un auto de la Sala de lo Contencioso-Administrativo paralizándole cautelarmente nada menos que el desarrollo urbanístico de la villa, que le deja colgadas de la brocha un par de urbanizaciones y le paraliza una de sus actuaciones electoralistas más señeras, la construcción de un centro de menores de un millón de euros a cargo del plan Zapatero. El Niño Bravo está desencajado porque, a pesar de que aún puede recurrir la sentencia de Casas ante el Supremo (dice que lo está estudiando) y que la Sala no ha entrado en el fondo del asunto urbanístico, no le gusta nada la forma de andar que tiene la perrita.