Acabó sin pena ni gloria la primera ronda de conversaciones entre ATI y el PSOE destinadas a la escaramuza más cruel a la que se puede someter a un partido ganador de unas elecciones. Los socialistas, conscientes del papel que han de jugar, han aplicado el viejo y nada sofisticado método de la honradez política, aquel según el cual has de ir a la negociación pensando que todo el mundo es bueno y que, de repente, puede incluso sonar la flauta. Han jugado muy hábilmente a la hora de colocar a Paulino Rivero y a los negociadores oficiales en la difícil tesitura de decir que no a lo que ordena la lógica (la electoral y la del momento político y social) y los nacionalistas han tenido que tragar el anzuelo con mucho sigilo. Tras la primera ronda ha quedado clara una cosa: sigue existiendo una visión totalmente distinta del asalto al poder dependiendo si se mira de La Palma o de El Hierro que si se mira de Tenerife.