Y ya que andamos metidos en las procelosas aguas del movimiento empresarial, nos hacemos eco del quejido que anda soltando por todas las esquinas el presidente de la Confederación de Empresarios, Mario Rodríguez. No se queja de cómo le van las cosas con la clínica sureña, que a poco que cambie el Gobierno regional recibirá un buen empuje. Su queja es protocolaria, y particularmente dirigida a los servicios de protocolo del Cabildo. En su calidad de presidente de la patronal, Rodríguez se constituyó el pasado 30 septiembre en la plaza de la Fuente Luminosa para ser testigo del prodigioso izado de la bandera del Cabildo, pero se encontró con que no tenía silla reservada. Los organizadores le indicaron que no tenían su confirmación y que no disponían de asientos de emergencia para casos así. Rodríguez no se marchó porque nobleza obliga, y se tragó las soflamas de pie, al solajero, e impasible el ademán.