La honradez y la profesionalidad tienen su precio, particularmente si se ejercen contra los designios devastadores del Gobierno de Canarias desde dentro del Gobierno de Canarias. El que fuera jefe del Servicio de Biodiverdidad de la Consejería de Medio Ambiente (por así llamarla), José Luis Martín Esquivel, ha sido elegantemente removido de su puesto para enviarlo a dirigir el Observatorio de Desarrollo Sostenible, de la Viceconsejería de Presidencia. Los motivos hay que encontrarlos en el trabajo desarrollado por Martín Esquivel en torno a los sebadales de Granadilla y a la postura profesional que ha mantenido informando desfavorablemente su descatalogación, que era lo que le exigía el consejero del ramo, Domingo Berriel, para que todo el monte fuera orégano. Pero no sólo se opuso este funcionario a sus jefes circunstanciales, luego políticos, sino también al que fuera su mentor profesional, Antonio Machado, jefe del Observatorio de Granadilla y ariete presuntamente ambientalista utilizado por los defensores de ese puerto para proclamar urbi et orbi que los sebadales son esos hierbajos que te rozan cuando margullas.