Se vendió el veterano hotel Cristina, hoy conocido como Meliá Las Palmas. Y se vendió por 34 millones de euros a un grupo de Tenerife. Habían optado a la compra muchas empresas, y fue la oferta más conocida y comentada la de Hermanos Santana Cazorla, con la familia Lyng, de Anfi del Mar, y con Juan Padrón, de Jupama, que dicen venía con un casino debajo del brazo. Ante la baja ocupación como hotel de ciudad, la propuesta que se barajaba era dedicar parte a aparthotel, esto es, vender algunas habitaciones convertidas en apartamentos. Un cambio de uso que podía y puede chocar con la Pepa, no el tranvía, sino la señora alcaldesa de la ciudad, además de con los propietarios de los locales comerciales, casi todos de la colonia hindú, y a los que los ojos les dan vueltas pensando que les van a pagar por los locales el oro y el moro. Adiós, por tanto, de la ciudad a la familia Escarrer, que vende y se va con las perras al Caribe. En el camino se quedó el grupo Dunas, que quería transformar el Cristina en producto residencial. Y si bien hoy no toca, ya se vería cuándo se arrancará el hotel del itsmo.