El periodista en cuestión equivoca el tiro en varias direcciones. De entrada es bastante preocupante que un profesional (supuesto) de la libertad de expresión trate de coaccionar a testigos para que no acudan a declarar lo que saben. Será que saben lo que nuestro Farruquito sabe, porque de otro modo no se explica ni el nerviosismo del coaccionador ni que remita a esos testigos al director general del Universidad, que es abogado, para que les asesore y les saque del tremendo error que cometerían acudiendo a la llamada del juez. Es curioso porque siempre entendimos que el club estaba absolutamente al margen de esta acción -legítima, insistimos- de estos ocho jugadores. Pero vemos que no. Por cierto, remata sus recomendaciones recordando a los testigos “del lado de quién está el poder judicial”. ¿Ah sí? ¿De qué lado, guapetón?