Miguel Ángel Parramón es de esos personajes públicos que no pasan desapercibidos, y por lo tanto, despiertan tantos aplausos como abucheos. Basta con leer los foros de los diarios digitales comentando noticias o entrevistas de las que es protagonista para comprobarlo. En ambos bandos hay pasión, de eso no hay duda, y del apoyo del que goza fue testigo este sábado la sala de vistas del TSJC. Es verdad que allí había gente que tenía que estar por motivos togados, pero la inmensa mayoría acudió porque le apetecía estar. Del mismo modo que sonó a apetencia personal el discurso del presidente del TSJC, Antonio Castro, que no pudo (o no le dio la gana) disimular lo más mínimo la debilidad que siente por Parramón. Estratégicamente distribuidas por la sala se notaban complicidades con el magistrado, de las ideológicas, de las profesionales y de las personales. Y algunas mezcladas sin más.