El que mucho abarca, poco aprieta, dice la sabiduría popular. Es éste un adagio de común aplicación al que quiere estar en misa y repicando (valga la segunda remisión al refranero), y que irremediablemente termina barriendo la parroquia cuando se ha marchado el último feligrés. Le está pasando de modo constante a Nueva Canarias, particularmente en su feudo natural, Gran Canaria, donde sus dirigentes creen que pueden ser la novia en la boda y el niño en el bautizo (y va la tercerita), o el muerto en el entierro, que es cosa peor y bastante gafe. Los dirigentes de esta formación que dirige ese galán mexicano que es Román Rodríguez han vuelto a patinar exhibiendo un diploma de autenticidad que no les corresponde ni por asomo, y al verse acorralados y sin escalera de la que asirse, han tirado de la levita de José Miguel Pérez para pedirle un poquito de disculpas mezcladas con un mucho de arrogancia: que la cagamos con lo del concurso del Consorcio de la Rehabilitación Turística, pero que no nos maten los tuyos, que peligra el pacto, han venido a decirle en plan corrido fronterizo.