A García Navarro no le salió la jugada. En sus cálculos estaba que, como algunos consejeros habían anunciado, según entrara él por una puerta buen parte de los presentes saltarían por la ventana. Además, llegó a la sede del club con un Ángel Luis Padrón crecido, lo que no dejaba dudas de sus intenciones. Sin embargo, el presidente y algunos de los consejeros se enrocaron. No les falta razón. Hasta la fecha, sólo se les conoce el error de defenestrar a Juan Ruiz mediante la vía del juicio sumarísimo y sin su presencia. Que parte de los accionistas se rasgue ahora las vestiduras porque el presidente no avala el fichaje de un jugador es una bobería. De momento, la cuerda se destensa, pero permanezcan atentos porque esta historia termina con García Navarro en el consejo y además, como presidente.