Mientras continúan las pesquisas acerca de la operación especulativa (o como la quieran llamar) de Las Teresitas, la vida continúa para el común de los mortales, los que cada día salen a la calle a intentar y resolver, que dicen los cubanos. Muy cerca del escenario del crimen, en el Valle de Huertas, las palas mecánicas han hecho acto de presencia levantando la indignación vecinal. La maquinaria pesada ha empezado a destrozarlo todo, pese a las sentencias del Tribunal Supremo y del TSJC, y pese a la oposición de los propietarios de los terrenos que, papeles en mano, se oponen a los trabajos. El Ayuntamiento, siempre del lado de la parte más vulnerable de la sociedad, ha mandado para allá a la Policía Local, cuyos agentes han dedicado sus esfuerzos a identificar a las personas que se pusieron este martes delante de las palas para denunciarlos por alteración del orden público. Vamos bien, sí señor.