El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Algo pasa en el PP de Australia
Dirigentes del Partido Popular de Canarias cuentan algunos episodios verdaderamente llamativos. Como el ocurrido en una cena en un hotel del sur de Gran Canaria durante la última visita de Mariano Rajoy. Los empleados del restaurante prolongaron su horario para atender a la comitiva, no había problema, al contrario. Pero en la tanda de aperitivos llegaron unas papas arrugadas manifiestamente mejorables, propias de una cocina hotelera y seguramente de la premura por la hora, pero que resultaron completamente ofensivas para Australia Navarro. La presidenta del PP canario se indignó y le metió tremendo chorreo al camarero, aún ahogando los intentos de suavizar la situación por parte del expresidente del Gobierno, que insistía en que, al fin y al cabo, se trataba de unas papas que él creía que mejorarían un poco comiéndoselas con mojo.
“Humilla a la gente, incluidos a los suyos”, repiten varias personas que tratan con Australia Navarro cotidianamente. Casi toda su directiva, a excepción de sus dos personas más fieles, Auxiliadora Pérez y Poli Suárez, está harta, y la gota que colmó el vaso puede haber caído este mismo lunes después de un tuit publicado en esa red social por el presidente nacional del partido, Pablo Casado. Se trataba de divulgar una reunión de compromiso celebrada la misma mañana de ese día en la sede central de la calle Génova.
La había pedido -o puede que exigido- la presidenta accidental del PP de Canarias después de ver que el miércoles anterior se había publicado otro tuit, en este caso de su antecesor en el cargo, Asier Antona, en una reunión suya con el mismo presidente nacional. Al fin y al cabo Antona forma parte de la dirección nacional desde que fue desplazado de la presidencia regional del partido precisamente por una traición de Australia Navarro, que se prestó a un pacto extravagante con Coalición Canaria —con ella de presidenta y el candidato nacionalista de vicepresidente- que quedó reducido al ridículo y la dejó a ella retratada ante propios y extraños. Puede que en ese retrato esté el origen de todas las maldiciones que han venido detrás.
Pero a Australia Navarro le había ofendido aquella reunión vis a vis de Casado con Antona y pidió un trato similar. Primer error: delatar sus celos ante la dirección nacional del PP, que ya viene desde hace meses con la mosca detrás de la oreja. Segundo error: dejar atrás a dos miembros de su comité de dirección, nada más y nada menos que a Pepa Luzardo y a Jorge Rodríguez, no muy satisfechos con su gestión.
Luzardo ha negado a este periódico cualquier tipo de incomodidad por no haber sido convocada a esa reunión: ella hubiera preferido de todas maneras quedarse en Las Palmas preparando su ofensiva contra el grupo de gobierno del Ayuntamiento de la ciudad por su gestión del llamado caso Emalsa. La propia Navarro ha reconocido que el segundo ausente, Jorge Rodríguez la telefoneó al día siguiente para preguntarle para qué había sido aquella reunión. No lo invitó porque el otrora poderoso portavoz económico del PP y mano derecha de José Manuel Soria en una primera etapa municipal “tiene una agenda personal muy complicada”.
La presidenta del PP canario confiesa sonrojarse cuando se le cuestiona por esas críticas a su mal carácter. “Me da mucha vergüenza lo que me estás diciendo”, lo que conduce directamente a concluir que nadie se ha atrevido de momento a decirle que debe cuidar el trato que dispensa a sus subordinados. “Antes era la rubia que no pensaba, ahora soy la insoportable”, se quejó. Navarro atribuye todas esas acusaciones que circulan por su partido a “maledicencias” propias de colectivos humanos.
A esa reunión forzada en la calle Génova asistieron tres personas muy críticas con la presidencia de Australia Navarro. Todas ellas y las que se quedaron en tierra le reconocen sus capacidades políticas, su experiencia y su valentía personal. Pero varias de ellas le recriminan unánimemente que los trate como piltrafas, que les transmita órdenes políticamente inasumibles en las instituciones donde quiere que se ejecuten, y sobre todo, que les afrente ante colectivos y profesionales que ya han transmitido por varios conductos los problemas que Navarro les ocasiona.
Pero solo el mal carácter de un dirigente político es suficiente para pedir su defenestración. Los críticos añaden otros factores, como su excesiva complicidad con Coalición Canaria. “Ella no hace nada sin consultar con Clavi”, como al parecer ella llama a Fernando Clavijo, expresidente de Canarias y ahora senador por la Comunidad Autónoma gracias precisamente al apoyo del PP.
Todas las personas que se consideran perjudicadas por el desempeño de la presidencia de Australia Navarro piden a gritos la celebración de un congreso extraordinario que ponga fin a la situación de interinidad en la que entró el PP canario a raíz de la crisis abierta por aquel pacto frustrado con Coalición Canaria. Y el candidato que más suena no es Asier Antona, ni siquiera su secretario general, Pedro Suárez, también muy molesto, sino el alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, presidente del Grupo Parlamentario Popular en la Cámara regional, pero reducido a un papel puramente decorativo por la lideres a de la formación, que ejerce de portavoz plenipotenciaria sin ningún margen político para el que es presidente del PP tinerfeño y uno de los valores electorales más poderosos del partido.
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