Terminará el nuevo siglo y seguiremos descubriendo que vivir aquí es una delicia. Sobre todo si se es un poco golfo, se tienen pocos escrúpulos y la ley constituye un adorno rococó más propio del hermoso despacho de un consejero de Industria que del imaginario colectivo. El archivo del escándalo de Tindaya en los tribunales constituye un fantástico ejemplo de lo económico que es esconder 1.960 millones de las antiguas pesetas en algún lugar muy lejano al interés general y encima seguir recibiendo adjudicaciones de las Administraciones públicas canarias. No somos de los pocos afortunados que han tenido acceso al auto de archivo de la querella, presentada hace unos cuantos años por el Gobierno de Canarias, pero debemos entender y entendemos que la desaparición de tamaña pasta gansa no constituye delito alguno, porque seguramente se ha destinado a algo muy rentable para la comunidad de lo que el Gobierno es absolutamente ajeno.