Ya tenemos a disposición de nuestros lectores la información contrastada y en perfecto estado de revista sobre la suculenta conversación que en julio de 2008 mantuvo el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, con el alcalde de Arona, el también nacionalista José Alberto González Reverón (Berto en el sumario). De ella caben concluir varias cosas, la primera de ellas, la torpeza de todo un presidente del Gobierno que, sabiendo perfectamente que ese alcalde estaba bajo investigación judicial (las primeras detenciones fueron de diciembre de 2007 y en enero de 2008 hubo más), lo telefonea para pedirle que eche una manita a una sobrina para que consiga una plaza en la Policía Local de la localidad. Cabe pensar que Paulino Rivero tuvo un despiste y olvidó tales prevenciones o que, ya instalados en el relajo, actuó a sabiendas de que cualquier aforado de Canarias puede moverse tranquilo, que nadie lo va a empurar.