Nadie se ha atrevido hasta ahora a pedirle cuentas a Soria, el candidato del PP a presidir el Gobierno de Canarias a partir del 22 de mayo. Hemos escuchado o leído declaraciones de Paulino Rivero, de Román Rodríguez y de José Miguel Pérez recogiendo el guante lanzado por Jerónimo Saavedra al hacer pública su declaración de bienes e intereses. Todos, con sus carraspeos, con sus más y sus menos o con sus yo lo vi primero, han anunciado que también lo harán. Pero hasta ahora no conocemos cuál es la postura de José Manuel Soria, que posiblemente se niegue a tal revelación por la imposibilidad física de sumar los saldos de tantas cuentas corrientes como descubrió la Policía cuando le investigó la procedencia de aquellos miles de euros en metálico con los que pagaba sus vacaciones en Anfi del Mar. Un patrimonio, el de Soria, que en parte es conocido por la ciudadanía, y no precisamente por propia voluntad del interfecto, sino porque este periódico contó con todo lujo de detalles (o casi todos los detalles del lujo) cómo es y como se hizo el presidente del PP canario la mansión que habita en Tafira. Además, conocemos algunas operaciones inmobiliarias de la familia que le salieron bien en Telde, y hasta alguna sentencia judicial favorable por la que un famoso periodista que ya no trabaja para CANARIAS AHORA ha engrosado su cuenta corriente y la de sus cinco hermanos con unos cuantos miles de euros. Pero lo correcto es que sea él quien lo cuente.