Gran Canaria se apresta a perder otro de sus emblemas turísticos, situado en la orilla de Maspalomas y con el único objetivo de convertir el Hotel Oasis en un Low Cost cualquiera, que denigre el destino y rebaje aún más los precios que pagan los touroperadores. Los arquitectos ya se han pronunciado en contra de demoler una joya de la arquitectura de la época, y los ecologistas, desinformados por la opacidad del expediente, poco tardarán en manifestar su asombro ante el atropello que supone que un hotel sobrepase en altura las palmeras que actualmente lo rodean, y afecten aun más con sus dos nuevas plantas al movimiento del sistema dunar. Lopesan se lo ha puesto claro al presidente del Cabildo: para parar el disparate bastará con declarar el hotel Bien de Interés Cultural dados sus valores artísticos y arquitectónicos y lo que supone, como ha resaltado Alejandro del Castillo, para la historia turística de la isla. RIU se cabreará, seguro, y amenazará aquí y en Madrid con grandes males para Canarias y para el PP. Pero le queda una alternativa muy poderosa: rehabilitar el hotel y hacer una apuesta seria por la calidad. El turismo, los grancanarios y sus competidores se lo agradecerán, seguro.