En la misma intimidad en la que José María Aznar hablaba catalán (ahora habla incluso swahili previo pago de su importe exacto), algunos dirigentes del PP canario reconocen que todo es mentira, pero que tienen una consigna que desarrollar y en ello se desempeñan con esmero y alta cualificación. Si se fijan bien, han ido corrigiendo el tiro a medida que la realidad les ha ido desarmando el montaje: empezaron por los jueces, siguieron por los fiscales, y ahora se concentran en la jefa superior de Policía en la creencia de que, de momento, cuela. Sólo de momento. Porque la verdad se va imponiendo de modo tozudo: ahí está el caso Eolo, con al menos un alto cargo del PP en el banquillo; ahí está Faycán, con media docena de concejales y un alcalde del PP en trance de juicio; ahí tienen el salmón, con todo un vicepresidente del Gobierno, también del PP, reconociendo que se dejó invitar por un empresario al que tramitaba un expediente; Góndola parece inapelable para algunos de los imputados y, como bien dice Soria, lo que te rondaré, morena.