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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Permíteme que insista: ¿ya expedientaron a Bermúdez?

Paulino Rivero, junto a José Manuel Bermúdez, en el acto de entrega de viviendas de promoción pública en La Gallega

José Manuel Bermúdez tiene los quince puntos en el carné de pactar y por eso tiene un amplio margen para aguantar el tirón de incumplir el pacto regional de su partido, Coalición Canaria, con el PSOE. Fue prácticamente el primero en dejar a los socialistas en la estacada y firmar un gozoso pacto con el Partido Popular previa defenestración voluntaria de la número uno de la lista, Cristina Tavío, convenientemente premiada acto seguido con la vicepresidencia segunda del Parlamento. Y olé. Cuando Bermúdez se disponía a hacer su pirueta todavía se reunía en largas sesiones la mesa de negociación del pacto regional, teóricamente en cascada, y en ese contexto el secretario general de su partido, José Miguel Barragán, proclamó al mundo entero que el alcalde de Santa Cruz le iba a sacudir con un expediente como traicionara el pacto que iba a estar sin poder sentarse medio año. A Bermúdez rápidamente lo amparó el viejo aparato de ATI y, como él mismo declaró, la dirección insular de CC, a cuya cabeza está Fernando Clavijo. Por lo tanto, a pesar de ese flagrante incumplimiento, el alcalde de Santa Cruz sigue disfrutando de sus quince puntos en el carné. Con esa salvaguarda se va a librar de los expedientes abiertos ya por la organización insular a los máximos responsables nacionalistas en el Puerto de la Cruz y en Arico, que igual que Bermúdez traicionaron las directrices del pacto regional y pactaron con el PP, a pesar de ser las listas socialistas las más votadas. En el PSOE toman nota y hablan de dar “un margen de tiempo” a Coalición, y subsidiariamente a Bermúdez, para que recapaciten y evalúen los perversos efectos que puede tener esa humillación al PSOE precisamente en la ciudad de la que es secretaria general socialista la inminente vicepresidenta del Gobierno, Patricia Hernández.

Hasta noviembre esperarán

Ese pequeño “margen de tiempo” que el PSOE está dispuesto a dispensar a Coalición respecto a Santa Cruz de Tenerife no es tan pequeño. Mide exactamente seis meses, el tiempo que resta hasta la celebración de las elecciones generales. Un plazo, por supuesto, que está sujeto a que la situación empeore para el PSOE canario como le de al Partido Popular por ganar y/o gobernar solo o en compañía de otros. Pero, en cualquier caso, será a partir de noviembre cuando se desaten los corsés y fuerzas tan modositas como Ciudadanos decidan qué hacer con esa anodina postura de dejar gobernar sin gobernar; impedir gobernar sin gobernar o hacerse el muerto directamente. Será a partir de noviembre cuando Barcelona previsiblemente autorice a los suyos a romper filas y, con cierto orden ideológico, entrar en gobiernos o pactar nuevas mayorías. Uno de esos casos podría ser Santa Cruz de Tenerife, donde los tres concejales del partido naranja darían de sobra para mantener a Bermúdez en la alcaldía en un pacto con el PSOE previa destitución de todos los concejales y concejalas del PP. Pero para eso sería necesario que el PSOE ganara y/o gobernara, porque de no ser así, Coalición Canaria hará valer su tradicional convención de pactar aquí con quien gobierne allá, convención sólo rota cuando es el PSOE quien habita La Moncloa y, en esta legislatura recién finiquitada, por el imposible entendimiento con el PP de Soria.

Labrarse la confianza

¿Y qué pasará si llegado noviembre se abriera la posibilidad de reconducir las traiciones de Coalición Canaria y, aún así, los nacionalistas se mantuvieran en sus trece? Lo más probable es que no ocurra nada, aunque todo va a depender mucho del estado de ánimo en los cuarteles socialistas. Si hay desidia y el partido continúa por su deriva hasta ahora inapelable rumbo a la desaparición, ningún dirigente se ocupará de reclamar la dignidad ahora dañada. Si los resultados nacionales animan el cotarro y un posterior congreso regional rearma a la militancia y a la simpatizancia, a alguien se le puede ocurrir incluso recordar lo ocurrido con Anselmo Pestana y los suyos en La Palma: tras ser expulsados sin motivos del gobierno del Cabildo, montaron una censura junto al PP y descabalgaron a los nacionalistas; indignados éstos invocaron la lealtad del pacto regional y el PSOE acabó echando a Pestana y a sus cinco consejeros. Readmitidos in extremis, mira tú qué cosas, acabaron por ganarle las elecciones en La Palma a los nacionalistas, que ahora pactan como socios acompañantes. Entre el actual PSOE y la actual Coalición Canaria no se ha fraguado todavía la confianza que ha presidido las relaciones encabezadas hasta ahora por José Miguel Pérez y Paulino Rivero. Se ha notado en las negociaciones y se está notando en todo este proceso de constitución de ayuntamientos, con traiciones extemporáneas y otras bastante medidas para humillar al socio.

La conquista de la dignidad, desde La Laguna

Nadie se esperaba que Javier Abreu, número uno del PSOE de La Laguna, se atreviera a levantar la voz y a reclamar la dignidad pisoteada de los socialistas. No se lo esperaba ni su propio partido que, de repente, ha visto una remota posibilidad de cantar las cuarenta a su socio desleal en una reunión de la mesa del pacto que se va a celebrar este próximo lunes en Santa Cruz de Tenerife. Con el Gobierno ya cerrado, los negociadores han convocado a esa reunión a los cabezas de lista de los dos partidos a la ciudad de La Laguna y al Cabildo de la isla para tratar de encontrar un encaje a las posturas irreductibles por todos tomadas. Abreu ha sido el único socialista que ha cantado las cuarenta a CC: si quieren mis votos en La Laguna, tienen que arreglar Santa Cruz y el Cabildo, y tiene tan amarrada la alternativa en su ciudad, que todo el mundo se lo ha tenido que tomar en serio. Va a ser difícil que consiga una marcha atrás en la capital de la isla, y seguramente tampoco que Carlos Alonso mantenga en manos socialistas las políticas sociales del Cabildo. Pero al menos va a poner por primera vez sobre la mesa una reclamación de dignidad en nombre de su propio partido, entregado históricamente a los caprichos de CC sin que nadie le haya tosido hasta la fecha.

Julio Cruz, camino del Senado

Mientras tanto, continúa configurándose el poder emanado de las urnas el 24 de mayo pasado. Si el otro día contábamos aquí la aplastante presencia grancanaria en la dirección del Grupo Parlamentario Popular, hoy debemos referirnos al diseño que Patricia Hernández ha hecho del socialista. De momento, y hasta que sea investida vicepresidenta y consejera de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda, será ella la presidenta del grupo, puesto en el que le sucederá acto seguido Julio Cruz, a quien por primera vez en años el PSOE ha bajado de la Mesa del Parlamento. Es muy probable que su próximo destino sea el Senado en representación de la Comunidad Autónoma, en cuyo caso habrá de encontrarle sustituto de inmediato. Julio Cruz lo ha sido casi todo en el PSOE canario pero el brillo de su estrella empezó a menguar al tiempo que lo hacía la dirección regional del partido. Y se apagó seguramente por un largo periodo de tiempo cuando se enfrentó a muerte con su mentor, Casimiro Curbelo, hasta morder el polvo en el feudo que quiso arrebatarle, la isla de La Gomera. El resto de la dirección del Grupo Socialista lo ocupará el majorero Iñaki Álvaro Lavandera, en calidad de portavoz, y Loli Corujo, alcaldesa de San Bartolomé de Lanzarote, como portavoz adjunta. El PSOE, pese a las tiranteces del equipo de la vicepresidenta, logró imponer que la presidenta del Parlamento fuera la grancanaria Carolina Darias, rival de Patricia Hernández en las primarias socialistas. Falta por saber si aguarda algún destino destacado al otro candidato, Gustavo Matos, el único de todo el grupo parlamentario con experiencia gubernamental.

Un riqui-raca para Paulino

Se va acercando la despedida formal de Paulino Rivero de la política activa. Al menos por un tiempo. El presidente en funciones no ha desvelado aún cuál desea que sea su próximo destino, pero está claro que algo hará porque ni siquiera en estos minutos de descuento ha sido capaz de estarse quieto. El Gobierno continúa funcionando, celebrando sus consejos, dándole al Boletín y cortando cintas. Este mismo viernes, Paulino Rivero estuvo en el barrio santacrucero de La Gallega entregando viviendas de promoción pública en compañía del alcalde, José Manuel Bermúdez, y de la consejera del ramo, Inés Rojas. Sin muchas posibilidades de que el presidente en funciones pueda recolocarla en la nueva etapa gubernamental, Rojas se descolgó ante los presentes pidiendo un aplauso para Paulino Rivero por lo que ha hecho “por nosotros, por Canarias”. Y el público respondió, claro, que para eso estaban haciendo realidad su sueño de tener una vivienda digna. A Rivero hay que aplaudirle muchas cosas, de eso no hay duda, y reprocharle otras muchas también. Las políticas sociales y las sanitarias no han sido precisamente las más admirables, pero al menos este presidente se puede marchar sin haber tenido un escándalo de corrupción, con los deberes fiscales hechos, con la educación encaminada y sin una ruptura gubernamental que paralizara la acción del gobierno hace seis meses. Ya habrá tiempo de comprobar si los que vienen detrás lo hacen bueno.

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