Malos tiempos para informar. A la proverbial ligereza y el desprecio con los que los políticos y los empresarios de la comunicación tratan en Canarias a los periodistas de a pie, se ha unido de manera dramática la crisis económica, que obliga a los editores a mayores y más frecuentes ejercicios de genuflexión ante el poder político y el tradicional. La caída de la facturación publicitaria, la pérdida continuada de lectores en las ediciones impresas de todos los diarios canarios y, por primera vez en décadas, la ausencia de beneficios, ha empujado a los dueños de los periódicos a entregarse al poder y a atender todas sus demandas. Don José Rodríguez Ramírez (hola, don Pepito) acaba de atender una del alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo, de entregarle en bandeja de plata la cabeza del periodista José Domingo Méndez, uno de los redactores de El Día que ha seguido la información relativa a la tramitación y aprobación del polémico Plan General de Ordenación de la ciudad. La contestación generada entre los vecinos contra ese documento fue minimizada en los medios locales con algunas excepciones, que en el caso de El Día, fueron una o dos informaciones colocadas por los periodistas en contra de la férrea línea editorial del jefe, que sin haber hecho las oportunas indicaciones, creía que todo el mundo tenía claro en qué cesta había que poner los huevos.