La alcaldesa de Telde, María del Carmen Castellano, parece empeñada en introducir en el final de su mandato más elementos para la polémica y para la discordia dentro de su endeble grupo de gobierno (PP, Ciuca y CC). No contenta con las fricciones y los desencuentros y con la supresión de servicios básicos para la gente más necesitada en el municipio, Castellano parece querer buscarse problemas. Su última decisión, conocida de momento de modo oficioso, es la de sacar a concurso la plaza de inspector jefe de la Policía Local, inexistente hasta el momento, que tiene un claro destinatario, el recientemente nombrado responsable del cuerpo, con rango de subinspector, Antonio Mederos Hernández. Su regreso a Telde ya causó estragos precisamente por el mal recuerdo que para muchos dejó su paso por el mismo puesto en el mandato negro de 2003-2007, que ocupó tan sólo dieciocho meses, los suficientes para generarse un amplio ramillete de críticos. La alcaldesa, sin que se conozcan con precisión los motivos del fichaje, se lo volvió a traer en noviembre desplazando de la jefatura al subinspector que la ejercía, Félix Ramos, que sin embargo encajó el golpe con entereza y profesionalidad. No ha sido tan pacífica la reacción de sindicatos y de buena parte del cuerpo, que formalmente se han dirigido a la primera autoridad municipal para exponerle su rechazo. No es que Mederos sea un mal profesional, destacan todos los que hablan de él, pero le atribuyen un modo de operar que provoca enfrentamientos y tensiones innecesarios. Su última decisión contestada ha sido la de mandar a todos los mandos a patrullar la ciudad, descabezando de ese modo algunos servicios que hasta ahora parecían funcionar eficazmente. Los sindicatos esperan para mirar con lupa la convocatoria de esa plaza de inspector jefe, disconformes aún con que el Ayuntamiento, en época de tan graves penurias, haya incrementado su nómina de personal trayéndose a un agente de otro municipio.