Es una lástima que la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria cuente entre sus efectivos con un muy concreto y llamativo ramillete de changas que todo lo enturbian. Se nos acumulan casos y casos de ciudadanos que acaban por agachar la cabeza ante comportamientos abusivos, maleducados y hasta delictivos de algunos miembros de este cuerpo, que acaba de conmemorar su 150 aniversario. No sabemos si es la falta de autoridad lo que conduce a estos comportamientos, o si es que cuando entraron les garantizaron impunidad sin límite. Este jueves presenciamos en pleno Mesa y López cómo un guindilla de esta camada de changas abroncó con muy malos modales a un automovilista por hacer un giro prohibido, gritándole que más le valía la bronca que la multa, para acabar despidiéndolo a gritos con un desagradable “¡a ver si aprendemos a conducir!” O alguien hace algo o algunos de estos lajas terminan sacando la pipa para hacerse los machotes. Y entonces será tarde para salvar la imagen del colectivo.