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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La política tampoco sale mejor

El presidente del PP, Pablo Casado, en su visita al muelle de Arguineguín junto a la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, y la presidenta del PP en Canarias, Australia Navarro

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Nos prometíamos un mundo mejor durante aquellas semanas de confinamiento, aplausos y despensas llenas de rollos de papel higiénico. Creíamos que la pandemia nos haría personas más cívicas, más concienciadas con el cambio climático, más solidarias y comprometidas con los servicios públicos. Pensábamos que aquel susto cambiaría algunos designios que hasta entonces eran inamovibles, como que la oposición de derechas en España iba a calmar sus ansias y a aceptar que el poder lo dan o lo quitan las urnas y que lo que aconsejaban los manuales de la política en su sentido más noble era arrimar el hombro y trabajar para salir del atolladero cuanto antes.

Nos equivocamos.

Los comportamientos individuales de miles de personas en toda España, saltándose las normas de defensa de la salud colectiva y, en consecuencia, perjudicando la ansiada recuperación de la economía, son una constatación de que aquellos sentimientos fueron fruto de un arranque efímero y sentimentaloide equiparable al momento de exaltación de la canariedad cuando cantan lo de las siete estrellas verdes en medio de la bajada de La Rama.

La política, ese reflejo de la sociedad en la que la sociedad también se ve reflejada, no se ha quedado atrás. Pablo Casado y Santiago Abascal, con sus respectivos pajes Teodoro García y Ortega-Smith, se han convertido por méritos propios en los campeones nacionales de la crispación y la confrontación con las que, sin embargo, no han conseguido ese sueño de torcer con las encuestas privadas las que hace Tezanos con las del CIS, que los tiene a todos por la calle de la amargura.

En Canarias no íbamos a ser menos, y si partidos tan implantados como Coalición Canaria consiguieron durante la primera parte de la crisis contener sus ímpetus, llegado el relevo al frente de la secretaría general, giró bruscamente hacia el enfrentamiento y la crítica ácida como si ya se hubiera tocado el pito de las próximas elecciones y hubiera que desmarcarse de cualquier posición racional y responsable.

Fernando Clavijo es el responsable directo de ese cambio de talante. Su cada vez más estrecha afinidad con el Partido Popular y la necesidad que tiene su partido por retornar al poder en las instituciones, le obliga al menos a mantener ciertas poses de cara a la galería. Y aunque haya un nutrido grupo de influyentes empresarios que le aconsejan un acercamiento al PSOE para que al menos se recuperen los privilegios que tan eficazmente cultivó durante tres décadas CC, su dirigencia prefiere a día de hoy tratar de dinamitar el pacto a través de una ensoñación, consistente en que Casimiro Curbelo abandone el barco y a él se sume, naturalmente, Nueva Canarias, y de manera informal incluso la diputada de Ciudadanos y portavoz parlamentaria Vidina Espino, con un pie fuera de su partido y el otro dentro de la formación nacionalista que algún dia dijo que había que combatir. 

Coalición Canaria juega a la desesperada. Lo demostró en pleno estado de alarma una moción de censura en el Ayuntamiento de Santa Cruz con lo que ya ha quedado científica y judicialmente demostrado que es una tránsfuga, Evelyn Alonso. Ni siquiera una sentencia del Supremo descabalga a los de CC de su propósito de mantenerse en el poder con tal retorcimiento democrático y ético porque sabe perfectamente que como pierda el atractivo dinerario que le llevó a apoyar la censura la jugada dejará de interesarle por completo. Y porque no está el mercado empresarial ni el de las empresas públicas asociadas al poder autonómico o insular como para buscar fondos con los que pagar la escaramuza.

En Fuerteventura, el que parecía ser el guardián de las esencias más progresistas y estéticas de Coalición Canaria, Mario Cabrera, líder de Asamblea Majorera, parece estar ahora dispuesto a revolcarse con el que fuera para él mismo un mal ejemplo de político, el ingeniero Sergio Lloret. CC no ve con malos ojos elevar a tan siniestro personaje a la presidencia del Cabildo de la isla con tal de volver a apoltronarse y repartir cargos, máxime en estos momentos en los que se cierne sobre su cabeza la necesidad de rendir cuentas ante el próximo congreso insular de la formación.

Si la operación Lloret sale mal, lo único que conseguirá Coalición Canaria es un salto mortal con tirabuzón que fortalecerá en la presidencia del Cabildo al socialista Blas Acosta, al que a partir de ese momento solo podrá remover de su puesto una sentencia condenatoria de alguno de los procesos a los que se va a tener que enfrentar este año que acaba de comenzar. Hasta el Partido Popular majorero parece dispuesto a respaldar al socialista en la presidencia, muy a pesar de la opinión contraria de su presidenta regional, Australia Navarro, para la que también pintan bastos.

Porque en el Partido Popular tampoco andan pacíficas las cosas. Los sucesivos fracasos negociadores y conspiranoicos en los que se embarcó Australia Navarro para auparse junto a Coalición Canaria a las instituciones, y la falta de sintonía con algunas organizaciones insulares le pasan ahora factura. Ya no es necesaria para Pablo Casado, según ha publicado en El Mundo uno de los periodistas que mejor conoce la moqueta de Génova 13. A Navarro ya no la apoya ni siquiera José Manuel Soria que, a su modo y tirando de la influencia que le queda, ya le ha dicho al presidente nacional de su partido que hay que buscarle un recambio. Haber ido en la lista de la defenestrada Soraya Sáenz de Santamaría fue su primer pecado, pero la insignificancia política en la que se ha movido el PP canario este último año, imitando al modo ultraperiférico los manuales de la dirigencia madrileña, ha terminado por condenarla. Fue el único partido que votó en contra del plan de reconstrucción que promovió el gobierno canario y debatió ampliamente el Parlamento regional, y se opuso a los presupuestos regionales con argumentos que enseguida se quedaron antiguos y poco razonables ante la transferencia de fondos que se avecinan y el carácter milagrosamente expansivo que tendrán las cuentas canarias este año. 

Australia Navarro estuvo a punto de ser presidenta regional, aunque ahora suene incluso marciano.

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