La postura de la organización del acto fue muy complicada desde la tarde del viernes. Trataron de pactar algo muy complicado de pactar: decirle al Ministerio que su ministro no podía presidir era tanto como degradar al que habían pretendido que presidiera el acto desde semanas antes. Decirle al Gobierno canario que sus pretensiones eran imposibles equivalía a poner en peligro las magníficas relaciones que Asescan tiene con el Ejecutivo y, de paso, dejar en el aire la subvención con la que se pudieron organizar estas jornadas. El primero en tratar de salvar los dineros fue el vicepresidente de Asescan, Jaime Cabrera, que tiene muchas vinculaciones con la administración autonómica, no sólo desde el punto de vista de la subvención, sino también porque su hermano Juan Manuel es uno de los funcionarios de mayor confianza de la consejera de Sanidad, que viene a ser también Mari Mar Julios.