El descarrilamiento soriano tenía una interesantísima aportación al debate y a la cultura política canaria: descalificar las lecturas de cabecera de Paulino Rivero indicando que Nicolás Estévanez fue el ídolo e inspirador ideológico del anarquista Mateo Morral, al que se atribuye el atentado contra el rey Alfonso XIII el 31 de mayo de 1906 en el que murieron más de veinte personas. Soria, eso sí, miró a la bancada socialista para liberarla del tremendo peso de la autoría intelectual, enfatizando que Estévanez perteneció “al Partido Republicano Socialista, no al Partido Socialista”. Por suerte para la profesión periodística, Soria no contó que tras consumar aquel atentado, Morral se dirigió a la redacción de un periódico, El Motín, al que muy bien pudo el presidente del PP canario situar como germen de diarios desafectos a la causa conspiranoica de que el 11-M fue orquestado por algún socialista de cercanas montañas. Ya puede el señor Soria ir convenciendo a Juanjo Cardona para que, si sale elegido alcalde, retire el nombre de Nicolás Estévanez de la calle que se encuentra a muy pocos metros de la sede insular del PP grancanario, en el muy conocido parque de Santa Catalina, y la dedique a don Pío Baroja. Que ya está bien de hacer apología del terrorismo, hombre, por Dios.