El Código Penal castiga a aquel compareciente, sea ciudadano o cargo público, que mienta en una comisión de investigación parlamentaria. Nada que objetar a estas alturas a que también la Justicia archivara la denuncia contra el hoy vicepresidente del Gobierno, José Manuel Soria, por mentir con descaro a la comisión que investigaba precisamente el comportamiento de su partido, el suyo propio y el de su hermano Luis en la llamada trama eólica. Pero, sabiéndose lo que se sabe, conociendo cómo fue el andar de la perrita en el negocio eólico, ¿debió dimitir José Manuel Soria al comprobarse que mintió en sede parlamentaria para tapar sus vergüenzas? ¿Debió dimitir por haber aceptado vivir gratis en el chalet de uno de los empresarios a los que trató de beneficiar con descaro en el negocio eólico? ¿No tendría que haber dimitido su hermano Luis al descubrirse que en el seno de la Consejería de Industria, de la que era titular, se traficaba con las bases del concurso eólico? ¿O esperamos a que haya una o varias sentencias firmes que lo acrediten todo? ¿Pero todo, todo?