Puede que Baltasar Garzón sea condenado, y que luego se repita la misma farsa en el juicio que contra él se celebrará por haberse atrevido a investigar los crímenes del franquismo. Pero la imagen del juez estrella que a todos nos pareció siempre un poco excesivo ha salido reforzada tras este montaje del PP. Porque del mismo modo que sostenemos que la absolución penal por un comportamiento inmoral o éticamente reprobable no hace desaparecer las responsabilidades políticas de un cargo público, en el caso del juez Garzón parece evidente que su único error fue investigar al Partido Popular, y en esa actitud habría que haberlo apoyado siempre. Como dijo en su alegato final el acusado parafraseando al ex canciller alemán Willy Brandt, “abrir una puerta a la injusticia significa que se abre para que entren todas las demás”. El Supremo habrá de discernir ahora entre dar rienda suelta a las ansias ejemplarizantes de algunos de sus miembros, y abrir de ese modo la puerta a más injusticias, o proteger el bien sagrado de su independencia y no permitir que la primera condena de Gürtel sea para el juez que inició la investigación de ese caso de corrupción del PP.