Jaime Cortezo es la cara amable y pretendidamente aristocrática del Zorro Plateado, que por mucho sarao y poses de postín que celebre y adopte, sigue siendo considerado por el empresariado tradicional y los poderes políticos y periodísticos más serios de la isla como un advenedizo con escasos escrúpulos y artes de dudoso gusto. Cortezo se ha ocupado de la fachada, de dar voz y resonancia mediática al movimiento plateado. Para ello, fichó al periodista Francisco Javier Chavanel, al que montó una emisora de radio en la que lleva enterrados en menos de un año más de dos millones de euros. La inversión, que comprometió con la intención de convertir al comunicador en el Losantos canario (“me pide ganar 50 millones al año, y estoy dispuesto a dárselos a ganar”, dijo en más de una ocasión) sólo es recuperable mediante operaciones político-empresariales fruto de la presión que desde esa radio se ejerce sobre los que no comulgan con ruedas de molino. Fue Cortezo el que organizó el reencuentro entre Chavanel y el dueño de Canarias7, Juan Francisco García, para que ambos aparcaran su aún hoy indisimulado odio y nadaran en la misma dirección, en la dirección del sistema de compra-venta de favores que tanto gusta a los que no tienen mejor manera de ganar dinero.