La primera vez de la que hay constancia de las pretensiones empresariales de Mauricio datan de cuando se constituyó la empresa Productora Canaria de Televisión (PCTV), la que resultó adjudicataria de la producción de programas para Televisión Canaria. Su capital estaba entonces formado por el grupo Prisa (40%) y por empresarios isleños, el 60% restante a partes iguales cada una de las dos provincias. Mauricio se puso entonces de aglutinador, y tanto aglutinó que se le calentaron un día los cascos y, en compañía de uno de los socios, Eustasio López, se plantificó en Madrid, en los despachos del grupo Prisa, a tratar de convencerlos de la conveniencia de que él fuera el presidente de la empresa recién constituida. Los madrileños pusieron el grito en el cielo y se preguntaron si ese hombre se había vuelto loco de tanto hablar sin papeles.