Es verdad que Arnáiz dejó flotando en el ambiente de Puertos del Estado un pestilente olor a cadáver que tiraba para atrás. Pero también es verdad que el pato lo van a pagar en primera instancia los autores de los trabajos jurídicos y técnicos que sirvieron de sustento para la paralización del dique Reina Sofia y para la contratación de nuevas obras en La Esfinge. Y estos paganinis son el abogado del Estado Raúl de Robles y el anterior ingeniero director de la Autoridad Portuaria, Esteban del Nero, dimitido a petición propia ante la intensidad fetida de los olores. Como primera consecuencia tras la reunión de este miércoles en Madrid, anoten el pase al limbo de Ángel Cervantes, el diligente secretario del consejo de administración con tan poco tiempo para su vida privada que enviaba a sus hijos al colegio en coche oficial de la Autoridad Portuaria. En su lugar asciende Ana Castillo.