La operación es de un descaro pornográfico. Ya lo insinuamos aquí cuando contamos cómo ese informe del abogado Ariño fue remitido a los dueños de Lopesan y Satocan con una dedicatoria de puño y letra de Arnáiz: “Éste es el alcance del proyecto/informe jurídico”, por el que el puerto debe haber pagado la módica cantidad de 150.000 euros. Así las cosas, la idea era que Lopesan hiciera el negocio de arena y yeso, y Satocan, el de cemento para seguir poniendo nerviosos a los empresarios con negocios en presencia, como Félix el Gato, que no es de Gáldar. ¿Y los contenedores?, ¿y el frío? Adivinen. Pero observen que no está el boss, Germán Suárez. Si nuestros bisabuelos hubieran actuado como este clan de la avaricia, cada vez más limitado, y hubieran privatizado del modo que éstos pretenden el Puerto de La Luz, los grancanarios iríamos hoy en taparrabos. No saben que esta forma de hacer negocios es inconstitucional, que repartirse los pasteles para que nadie más entre en juego no es legal, por mucha RIC que les atosigue.