El buen rollito de la primera parte de la jornada contagió al presidente del Gobierno, al que desde luego sólo hace falta la primera estrofa del We are de world para sacar el mechero y ponerse meloso. En una de éstas le dio por mirar a la tribuna y descubrir a la directora general de Transportes, Rosa Dávila, que emocionada asistía al debate de la ley que su departamento ha impulsado con el apoyo del sector. Al presidente le debió parecer curiosa la imagen de la directora general completamente rodeada por hombres, los hombres del transporte, desde camioneros a guagüeros, pasando por taxistas y algún asesor legal. Y, ni corto ni perezoso, activó su móvil para inmortalizar el momento. Y nosotros, a los que también nos gusta una inmortalización, lo cogimos inmortalizando. Y a pique de una lumbalgia.