Sin solución de continuidad se van acumulando al Gobierno del PP las cuentas pendientes con sus compromisos preelectorales y de fustigador partido de oposición, algunos de cuyos ramalazos continúan vivos por ahí. Los recortes en Justicia, en Educación, en Energía... parecen cosa lejana ante la tremenda pelotera que ha armado conocer en detalle la reforma laboral, que va a atragantársele de mala manera los próximos meses. La reacción de los sindicatos, evidenciada este lunes en la cara de funerala que tenían los dos líderes sindicales ante la ministra Bañez, ha reactivado la campaña que en tiempos de ZP iniciara el Partido Popular contra los sindicatos. Lo más lindo que se les está diciendo estos días en las redes sociales y en los periódicos y medios cavernícolas es “gandules”, con el añadido de la acusación de no defender a los parados sino a los que tienen empleo. Vuelven a poner en entredicho no ya su utilidad, sino su propia existencia. La más brillante aportación a la campaña antisindical desde Canarias la hizo este lunes la diputada Mercedes Roldós, que profundizando en su meteórico alejamiento de su pasado progresista (fue dirigente del PSOE de Gran Canaria) dijo ante los micrófonos de la Ser que “se les acabó el business a los sindicatos ultraizquierdistas”. El matiz ideológico, lo confesamos, nos dejó pensando un buen rato. ¿Se referirá a la CNT o a ELA y estará salvando a UGT y CCOO? No, analizada la frasecita en su contexto, la conclusión es que los sindicatos, todos menos Manos Limpias, son unos rojos de mierda a los que se les acabó el chollo. A ver si se disuelven antes de la huelga general, implorarán algunos.