El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Rosa Rodríguez prefería a Lisandro
Cuando los Bravo vieron la jugada solo tenían que entenderse con Rosa Rodríguez, la todopoderosa vicepresidenta del Cabildo y consejera de Hacienda. Una mujer dura de pelar, puesta en la lista de la Corporación por José Manuel Soria para embridar en la medida de lo posible los deseos irrefrenables de los Bravo de hacerse con el control del PP de Gran Canaria a través del Cabildo. Rosa Rodríguez tenía una asignatura pendiente con el Granca, ponerlo sobre su estricto control, como hizo en el mandato 2003-2007 cuando descubrió lo popular que se podía convertir congeniando con el mundo deportivo. Su simbiosis con la directiva de entonces, a cuyo frente estaba Lisandro Hernández, le granjeó incluso la medalla de oro y brillantes de la entidad, y ella quería regresar para reponer el poder que los socialistas variaron cuando al frente del club se colocaron Luis Ibarra y Óscar Hernández. La actual vicepresidenta insular se encargó de empezar a hacer la vida imposible al presidente Agustín Medina, en quien quiso personalizar la caída de Lisandro Hernández, que en realidad tuvo que salir del club para no convertirse en un arquitecto incompatible para el Cabildo cuando se veía encima el tren del pabellón y el tren en sí mismo. A ver si nos entendemos.
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