La odisea que les vamos a contar puede ocurrirle a cualquier usuario de Spanair en cualquier aeropuerto español, pero ocurrió en Gran Canaria con más de un centenar de viajeros que pretendían volar a Madrid en el vuelo de las 13.20 del sábado. Nada advertía anomalías porque nadie advirtió a los sufridos clientes de esa aerolínea que el avión que les iba a llevar estaba tirado junto a un finger con una rueda desinflada. El comandante avisó a mantenimiento para que sustituyeran las dos que componen ese tren, el derecho del MD que habría de cubrir la ruta. Nada sorprendente hasta ese momento, los minutos anteriores al embarque, y es entonces cuando se informa a los pasajeros que había un contratiempo y que se facilitaría nueva información 60 minutos después. Nadie advirtió de un hecho absolutamente decisivo, que Spanair no tiene en el aeropuerto de Gran Canaria (ni en ninguno de Canarias) repuestos para sus aviones, por lo que era imposible pretender que aquel aparato pudiera volar antes de que llegaran de Madrid las dos ruedas del tren y los técnicos de mantenimiento procedieran a instalarlas, con todos los protocolos exigibles. Es decir, que el vuelo no podría despegar, en el mejor de los casos, hasta las 21.30, ocho horas después de lo previsto. Así las cosas, ¿por qué engañar a los clientes anunciándoles información para una hora después si esos datos ya circulaban por radio macuto y se confirmaron plenamente a lo largo del día?