Les habrá resultado muy llamativa la visita tecnológica que giró este miércoles al complejo de potabilizadoras la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Pepa Luzardo. Fue como aquel baño de Fraga en Palomares cuando se cayeron unas cuantas bombas del amigo americano y había que demostrar al mundo que no había radiactividad. Pues lo mismo: Pepa debe transmitir a la ciudadanía que no hay problema, que el chanchullo del concurso que le obligó a adjudicar Soria en favor de Isolux no ha puesto en peligro el suministro de agua potable a la ciudad. Como si ése fuera el auténtico problema, el dilema que nadie ha planteado. La alcaldesa, además, fue incapaz de explicar por qué diablos una inversión tan elevada permanece a la espera de un simple interruptor (en explicación de la alcaldesa) o de una estación transformadora de 15 megavatios de potencia (en explicación de la empresa señalada con el dedo). El caso cierto es que los dos bastidores de desalación adjudicados a Isolux están allí (nadie lo puso en duda) pero no funcionan (como todo el mundo ha dicho). ¿Entonces? ¿A qué vino la excursión?