Resultó curioso que en medio del debate de esa moción sobre violencia de género (la propuso quien más autoridad moral tenía en toda la sala) el alcalde jamás se dirigiera en tono insultante al número dos del PSOE, Manuel Ramos, que intentó terciar. Su ira se centró en Dominica Fernández, que harta de la chulería del alcalde se levantó y se dirigió a la puerta llamando a Bravo de Laguna “niñato malcriado”. El Niño Bravo no se cortó un pelo, y a gritos llamó maleducada a la concejala Fernández al tiempo que hacía una seña con la cabeza al jefe de la Policía Local para que consumara una innecesaria expulsión del pleno. Y decimos innecesaria porque para entonces Dominica Fernández ya estaba en el umbral de la puerta, hasta donde llegó de modo voluntario, insistiendo en sus apreciaciones sobre la mala educación que adorna a este jovencito. El jefe de la Policía se llegó a acercar a ella, quizás contagiado por la chulería de su jefe político, que no dejaba de gritar que iba a echarla. Y ella, fuera.