Nos llegan por varios conductos algunas sabrosas quejas en torno al funcionamiento del Centro Insular de Deportes de Las Palmas, lo que en su día fuera la joya de la corona de la sección deportiva del Cabildo de Gran Canaria, o en época de vacas flacas. La cosa da la impresión de cierto abandono y desidia, cuando no de liquidación por fin de temporada. De entrada, los usuarios se encuentran con un luminoso en el que se indica que ya están al cobro los recibos de los abonos correspondientes a noviembre de 2002 (hace cuatro meses). Y si el abonado va a pagar se encuentra con un empleado treinteañero con muy malas pulgas que, cuando contesta, lo hace de aquella manera que usted se imagina. Una vez superado el trance de pagar y aguantar al muchacho, a rezar para encontrar una taquilla en buen estado o que, ya a punto de meterse en faena, haya algún aparato disponible que no luzca el cartelito de “fuera de servicio”. Y si no está conforme, a esperar por el Angulo Stadium para ver la renovación deportiva grancanaria.