El silencio ha sido la táctica empleada hasta ahora por el presidente de Canarias en torno al caso sobrina. Desde que el asunto lo destapara CANARIAS AHORA el 5 de agosto, Paulino Rivero no ha abierto la boca, ni siquiera para decir que esa sobrina es mía. Su equipo ha intentado con desigual éxito que la noticia pasara desapercibida, cosa que ha conseguido en los medios de comunicación más allegados al régimen, los que protegen el sistema, los que cobran un dineral del presupuesto público por publicar un especial presuntamente informativo sobre los dos años del paulinato sin disimular lo más mínimo. Nada nuevo que añadir de la tele y la radio públicas, que han hecho mutis por el foro con el descaro acostumbrado. Es una pena que un presidente que rompe las reglas del juego, que es capaz de violar las normas de unas oposiciones públicas, que frustra las expectativas de un montón de gente que competía limpiamente por esas plazas de policía local de Arona, no ofrezca una mínima explicación o excusa sobre su comportamiento. Estamos todos en disposición de pensar que si eso se hace por una sobrina, qué estará pasando con el resto de convocatorias, concursos, oposiciones o subastas que se generan desde la Comunidad Autónoma.