Los socialistas herreños han esperado el tiempo que ellos creían prudencial para presentar su moción de censura. “Las cosas se pueden hacer mejor”, han explicado a los medios informativos como excusa oficial de la censura a la nueva presidenta del Cabildo herreño. Lícita, sin duda, la censura es un golpe bajo al pacto entre el PSC y Coalición Canaria, que de momento está funcionando a la perfección, según relatan sus protagonistas. La tormenta desatada el 11 de junio en La Palma, cuando las huestes de Manolo Marcos se liaron la manta a la cabeza y pactaron también con el PP en plazas tradicionalmente nacionalistas, quebró los primeros pasos del pacto e hizo que el PSOE perdiera algunas áreas de poder. Julio Cruz consiguió entonces frenar las ansias de poder de sus compañeros herreños, que han aguantado solamente un mes quietitos en la muy noble y leal oposición calladitos como tunos. La reacción en CC ha sido de momento silenciosa pero de contenido cabreo. Sus dirigentes saben que es una indisciplina previsible pero exigen medidas ejemplarizantes para que la tropa nacionalista no se le rebele a Paulino Rivero. Y para que Tomás Padrón no se infle como un palomo buchúo recordando a los suyos que lo había advertido con antelación suficiente.