Las explicaciones de Soria en las redes sociales coincidieron en el tiempo con las que en otros ambientes daba el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, por la fotografía manipulada que publicó en la primera del diario con motivo de una manifestación en Bilbao. Ninguna de las explicaciones parecieron contentar a la parroquia crítica, que en el caso del periodista madrileño, convirtieron su obsesión por la izquierda abertzale en un trending topic. En cuanto a Soria, éste se lanzó de inmediato a por la directora de La Provincia, Teresa Cárdenes, a la que llegó a afear el titular de la noticia (“Soria asiste a un master en Harvard becado por el Gobierno”) por considerarlo “falso”. Por más que insistió en que el curso no lo paga el Gobierno, dejó de argumentar cuando se le nombraron los dos ministerios implicados. Se centró entonces en su condición de técnico comercial del Estado, plaza que obtuvo por oposición en 1984. Efectivamente, las becas son para asistir a un curso en Harvard destinado a integrantes de ese cuerpo, pero es igualmente cierto que la plaza que Soria va a ocupar no la podrá ocupar otro compañero que seguramente sí esté ejerciendo la profesión que el líder del PP canario abandonó desde finales de los 80, cuando entró en el equipo de asesores de Carlos Solchaga. Luego, desde 1995 hasta la fecha, se ha dedicado exclusivamente a la política y a sus negocios particulares. Ahora, de repente, reivindica su condición de funcionario para acceder a una beca. Y lo filtra para que lo sepa Rajoy, claro.