Semanas antes de tomar posesión como consejero y antes incluso del debate de investidura de Paulino Rivero, José Manuel Soria ya había visitado la Consejería de Economía y Hacienda en Las Palmas de Gran Canaria. Le recibió el consejero en funciones, José Carlos Mauricio, y probablemente hablarían de economía. Soria preguntó muchas cosas pero seguro que desde ese instante ya estaba haciendo los cálculos mentales necesarios para que el ala derecha de la cuarta planta del edificio de Franchy Roca quedara blindada para él y su equipo más íntimo de colaboradores. Dicho y hecho: desde esta semana han sido desplazados algunos funcionarios para ceder más espacio a los servicios del consejero, y se ha colocado en la puerta un vigilante de seguridad para que nadie no autorizado ose traspasar el umbral. Los funcionarios se preguntan a qué viene tanto aislamiento, si es que no quiere que vean quién le visita o si le tiene miedo a la fiebre aftosa esa.