El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
“Si se quiere ir, bienvenido sea” (Paco Castellano)
La Unión Deportiva Las Palmas perdió en su día a un discutido entrenador, pero con su despido, todos perdimos a un gran filósofo de la vida, Paco Castellano. Con motivo de la decisión de uno de los jugadores del primer equipo, dejó para la posteridad una de las frases más lapidarias del deporte del balompié: “Si se quiere ir, bienvenido sea; y si se quiere quedar, que le vaya bonito”. Es tan completa y tan globalizarora la frase que hasta nos sirve para analizar la marcha ya oficial de Repsol de las aguas de Canarias (la extraoficial la adelantó este periódico el 2 de enero pasado): la compañía del compadre Brufau era un fichaje estrella del equipo de José Manuel Soria y ahora anuncia su marcha sin cumplir con las expectativas que el entrenador había depositado en él. No hay petróleo, y en todo caso hidrocarburos de escasa rentabilidad, al menos en estos momentos tan convulsos en el mercado petrolero. Bienvenida sea esa marcha, como diría el gran Paco Castellano, porque significa que Canarias se sacude de encima una amenaza indiscutida incluso en los informes ambientales aprobados por el Gobierno que le otorgó graciosamente las concesiones. Y que le vaya bonito en aquellos otros lugares donde su actividad fósil no ha sido tan apabullantemente contestada como le ha ocurrido en este archipiélago tan ultraperiférico como orgulloso de haber plantado cara a una multinacional y al Gobierno que le apadrina. Nos quedamos con la duda de saber con exactitud qué es lo que ha pasado durante estos 70 días en Sandía1, si los operarios se dedicaron todo este tiempo con fiereza a buscar crudo o si se agotaron todas las películas del videoclub del Rowan en lo que se cumplían los plazos del paripé. Es bueno recordar, ahora que se han cumplido los peores presagios para los que querían cambiar el modelo económico de Canarias, las palabras de Brufau y de otros destacados accionistas de Repsol de que este proyecto no era estratégico para la compañía y que todo se debía al “empeño del operador”, de nombre José Manuel, y de apellido, Soria. Por lo tanto, ya tenemos al primer derrotado: el operador, por mucho que sus coros se desgañiten a estas horas endilgando la derrota a quien siempre quiso que esto que ya ha acabado no sucediera jamás.
Escenarios tras esta batalla
La marcha de Repsol supone sin duda un primer alivio. No ha ocurrido nada, al menos que se sepa, independientemente de los resultados que se obtengan (si hay transparencia) sobre el análisis que ahora puedan hacer los especialistas a partir de las muestras que la petrolera enseñe. Los que cargan sobre los ambientalistas el hecho (parece que cierto) de que no haya habido derrames se equivocan al pensar que deseaban lo contrario. Es altamente satisfactoria la ausencia de incidentes relatados, a la espera de que se determinen las causas de los dos últimos varamientos de cetáceos. Pero esa satisfacción se transforma en euforia al saber que no habrá riesgo de futuros derrames si, como se anuncia, ni hay hidrocarburos ni intención de seguir buscándolos por estos mares. El fracaso de estas prospecciones abre tres escenarios posibles:
- Que Repsol abandone definitivamente el proyecto Canarias, es decir, que a la vista del resultado negativo en la cuadrícula con mayores posibilidades de éxito, concluya que aquí no hay nada que rascar.
- Que haya engañado a la opinión pública y a sus accionistas afirmando que no hay hidrocarburos y que, en realidad, sí haya encontrado algo que en la actual coyuntura de los mercados no es rentable explotar. En tal caso, como apunta el Cabildo de Fuerteventura, la petrolera regresaría más adelante a rematar la faena.
- Que todo haya sido un gran montaje encaminado a adquirir derechos sobre unas expectativas que a día de hoy no se cumplen pero, a la vista de los dos años y medio de concesión que restan, queden en el alero a la espera de las resoluciones judiciales que penden sobre las autorizaciones de Industria y de Medio Ambiente del Gobierno de España. Existe en el historial político de Soria un preocupante antecedente, el caso Tebeto, la montaña majorera que un empresario protegido quiso rentabilizar tan solo moviendo papeles en la Consejería de Industria, a la sazón dirigida por el hermanísimo, Luis Soria.
Nos vemos en los tribunales
A la vista de la versión oficial ofrecida por Repsol tiene toda la lógica del mundo que las instituciones canarias reclamen de la compañía su renuncia a las autorizaciones que todavía tiene vivas y que tendrán vigor hasta dentro de dos años y medio. Si no hay nada, ¿para qué mantener en vilo a la opinión pública canaria, alertada desde ya por el Cabildo de Fuerteventura en su denuncia sobre las intenciones presuntamente ocultas de la petrolera? Sea cual sea el escenario que se abra a partir de estas últimas noticias, lo que parece claro es que se mantendrán vivos los pleitos contencioso-administrativos abiertos por el Gobierno y los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, así como la acción penal que la próxima semana presentará a sus clientes el magistrado emérito del Supremo José Antonio Martín Pallín, decidido a levantar por los aires a políticos y funcionarios de los ministerios de Industria y de Medio Ambiente por las autorizaciones otorgadas al compadre Brufau. Hasta ahora ninguna de las acciones judiciales emprendidas por Canarias ha tenido éxito, pero es bueno recordar que se ha tratado tan solo de medidas provisionales o cautelares y que falta que los tribunales entren en el fondo de cada cuestión planteada. También siguen vivas las acciones ante las autoridades comunitarias, que estos días seguirán conociendo nuevos detalles de las tramitaciones administrativas que, entre otros, formularon en su día personajes como el comisario europeo de Energía Miguel Arias Cañete.
¿Qué dinero, José Manuel?
Fijadas las opciones serias de este conflicto, vayamos con las algaradas. El ministro de Repsol, José Manuel Soria, volvió este viernes a dar rienda suelta a su locuaz verbo político para reclamar del Gobierno de Canarias que pida perdón al mundo entero por habernos metido el miedo en el cuerpo ante el riesgo que entrañaban las prospecciones. A su vez ha añadido que Paulino y los suyos deben devolver el dinero empleado en lo que calificó de “campaña partidista” contra el petróleo, cuando en Canarias existen otras muchas necesidades por cubrir, entre las que incluyó algunas que Mariano y sus mariachis se cargaron a poco de llegar al poder. Bueno. Estas declaraciones del señor ministro nos llenan de dudas. ¿Solo el Gobierno de Canarias ha devolver dinero relacionado con las prospecciones? ¿Qué hacer con las prebendas repartidas por Repsol a diestro y siniestro para generar el ambiente propicio que, por lo que se ve, de poco le valió? Que Soria pretenda trasladar su propio fracaso a los que hicieron todo lo posible por que fracasaran él y sus perretas no solo es de una jeta inconmensurable, sino también una muestra de que cree que los ciudadanos somos tontos de baba. Repsol no solamente se va sin petróleo; se marcha también con un desgaste en su imagen directamente relacionado con los empelos del regulador porque hiciera lo que hizo, unido, claro a la respuesta de la ciudadanía de Canarias, en esta ocasión acompañada por sus instituciones. Nos queda la satisfacción de que se haya abierto seriamente el debate sobre las renovables en Canarias, que el público municipal y espeso haya conocido las trapisondas que Soria y los Nadal han hecho para impedir su desarrollo. Y, de remate, escuchar este viernes a Paulino Rivero anunciar que si por él fuera ni las regasificadoras tendrían hueco en esta tierra. El balance, como verán, no puede ser más positivo para la sostenibilidad y, en consecuencia, malo para los que todavía defienden la preponderancia indiscutible de los fósiles.
Ana Oramas se leyó “los 6.000 folios”
Se deberían estar tirando de los pelos en estos momentos en Coalición Canaria por el tremendo error que cometieron sus órganos internos al no designar a Ana Oramas como candidata a la Presidencia del Gobierno. Si hubieran atendido a sus primeros impulsos se estarían ahorrando ahora muchísimos disgustos, entre ellos tener que hacer desaparecer de todos sus panegíricos a Fernando Clavijo el atributo de “hombre honrado” y referente “de la regeneración”. Además, tendrían ahora a una candidata que equilibraría de manera ejemplar los disparates vertidos el domingo pasado por el líder espiritual de ATI, Manuel Hermoso, cuando en una entrevista en El Día soltó aquello de que no le gustaba la sentencia del mamotreto de Las Teresitas a pesar de que no se la había leído entera porque no logra entender los giros y conceptos técnicos que en una resolución judicial se vierten. Ana Oramas no es de esos. Ana Oramas se lee un sumario completo antes de pronunciarse, como hizo con el caso Corredor cuando se descubrió, en noviembre pasado, que en él figuraba como imputado el alcalde de La Laguna, su apadrinado. “Yo he sido la única que se leyó los 6.000 folios” (son 8.000, pero no pasa nada), dijo este jueves en El Debate, de Televisión Española en Canarias, lectura sin duda apasionante que le sirvió para concluir que Clavijo es “una mierda de alcalde” porque solo fue capaz –al menos por lo que apreció en esa extensión de papel- de “enchufar a un pobre barrendero”. Sin necesidad de poner en duda la capacidad de lectura comprensiva de la diputada Oramas y la de traducir al lenguaje político la aridez de un sumario judicial, sí parece discutible la reducción al absurdo de la que es capaz con tal de hacer prevalecer su verdad sobre la realidad objetiva. Decir que el teléfono del alcalde estuvo “pinchado ocho meses sin auto judicial” no solo es una burrada jurídica, sino una flagrante pérdida de papeles. De los otros papeles. Clavijo, dijo en la tele, no tiene dos imputaciones más, “eso es falso; fue una información que sacó un determinado medio, pero es falso”. Tiene razón, el candidato no tiene dos nuevas imputaciones, sino tres, por las que fue interrogado en su comparecencia ante el juez y la fiscal anticorrupción el pasado día 9. Y no solo lo sostiene Canarias Ahora, el medio al que se refería la señora Oramas, sino incluso uno de los abogados de las defensas presente en el interrogatorio, que confirmó que se han admitido las pretensiones de la fiscalía en ese sentido.
El fin de la Cotmac sin programa electoral
Resultó muy jugosa (y en ocasiones bastante babosa gracias al pasteleo de algunos periodistas presentes) la intervención de Ani Oramas en El Debate de TVE-C, y no solo por la defensa numantina que hizo de Fernando Clavijo hasta el extremo mismo del paroxismo. Por decir, hasta dijo que si se resuelve su actual situación procesal, “va a ser el único político que se presente a las elecciones sin nada en el armario”, lo que debemos automáticamente traducir como que sus oponentes sí van a concurrir ante el electorado con pesadas cargas de irregularidades sobre sus espaldas. Para arreglarlo más, Oramas agradeció a todos los medios informativos (salvo a dos) y al PP y al PSOE que no hayan hecho sangre con este asunto. Como paradigma de esa solidaridad puso sobre la mesa los nombres de Pepe Segura, Pablo Matos y Cristina Tavío, que al parecer la llaman para solidarizarse. Estupendo. Eso sí, por lo menos se desmarcó de las tesis extendidas en su entorno de que las imputaciones a Clavijo responden a una confabulación entre Paulino Rivero y la Justicia, abrazando nuestras propias tesis de que, si así fuera, el auto habría salido en vísperas de su designación como candidato, lo que la habría invalidado por completo. Y si le hubiera invalidado entonces, ¿por qué no ahora?, fue la pregunta que faltó. Pero como decíamos, la portavoz de CC en el Congreso de los Diputados animó más el debate político alineándose por completo con la pretensión de su candidato de suprimir la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias (Cotmac), lo que nos conduce a concluir que eso va a estar en el programa electoral de Coalición Canaria. ¿Y por qué, señora Oramas? Pues muy sencillo, porque “¿qué hace un consejero del Cabildo de Fuerteventura opinando del Plan General de La Laguna?” Eso sí, en el rebumbio de sus contradicciones aseguró que el control sobre la legalidad urbanística lo ejecutarían los cabildos, “y si un ayuntamiento o un cabildo se volvieran locos, actuaría la Comunidad Autónoma”. ¿Y con qué órgano, su señoría, si su partido opta por hacer desaparecer el actual? Ya se inventarán alguno, seguramente. Si es que finalmente CC termina introduciendo tal disparate en su programa electoral para que las coincidencias con el PP sean todavía más evidentes.
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