A falta de una jornada para que concluya el campeonato, Soria ya está matemáticamente en Segunda. Ya se sabe que en este juego lo que cuenta es la regularidad, por muchos destellos de genialidad que pueda tener tu escuadra, por muchos goles con la mano que puedan meter tus más aguerridos delanteros, por mucho que incluso intentes influir sobre un árbitro o sobre un juez de línea. Los rivales también juegan y meten sus goles, o detienen los tuyos, y eso se va reflejando día tras día, jornada tras jornada, en la tabla clasificatoria. Incluso pueden fallar penaltis en el penúltimo partido, pero siempre hay un Soldado que mete un gol de libro que hace que tu rival se quede un poquito más en Primera y tú, como parecía cantado desde hacía mucho tiempo, desciendes a Segunda. El fútbol es así, que diría el filósofo.