Se consumó el correctivo. José Manuel Soria, presidente del PP de Canarias, ejecutó el viernes pasado su sentencia de nuevo palo y tentetieso a Cristina Tavío descabalgando del segundo puesto al Congreso de los Diputados por Santa Cruz de Tenerife a Agustín Guerra. Ya les dijimos aquí que la elección de Guerra, tomada por Soria por berrinche de la presidenta insular del PP, cayó como una bomba entre la influyente dirigencia pepera de la isla, a la que respondió la hábil Tavío haciendo justo lo que no se puede hacer: endilgando al jefe supremo, al ojo que todo lo ve, tan contestada designación. En horas 24, el Campanu dio la vuelta a su decisión y, sin encomendarse a ningún órgano del partido distinto a los suyos propios de él y su mecanismo, lo sustituyó por una mujer de su máxima confianza, del círculo más estrecho de Pilar Merino y de cuantos prestan su apoyo inquebrantable al líder del PP en Tenerife. La elegida ha sido Águeda Fumero, quien fuera mano derecha de Merino en la Consejería de Agricultura durante la pasada legislatura. Fumero, como quedó publicado aquí para la posteridad, fue concejala del PP en Arona, cargo que compatibilizaba con el de consejera delegada de la empresa pública Gestión del Medio Rural de Canarias, por el que cobraba tremendo pastizal mediante el poco ortodoxo método de girar facturas mensuales como si de servicios profesionales se tratara. La práctica fue incluso afeada por irregular por la Audiencia de Cuentas, que no es precisamente un órgano que se distinga por afearle cosas al Gobierno.