No hay por dónde cogerlo. El Partido Popular de Canarias se dispone a demostrar de lo que es capaz cuando de urbanismo se trata. Esta misma semana que termina votó en contra del nuevo Plan General de Las Palmas de Gran Canaria alegando (por lo poco que pudimos entender a Felipe Afonso El Jaber) que la ciudad pierde espacios libres y proyecta pocas viviendas de promoción pública. Nada que objetar, incluso viniendo las críticas urbanísticas del partido que ha arruinado a las arcas municipales con sentencias multimillonarias y pelotazos como el del Canódromo. Al día siguiente Ángel Llanos, concejal del PP en Santa Cruz de Tenerife, anuncia que volverá a taparse la nariz y votar favorablemente el Plan General de Santa Cruz de Tenerife, plagado de irregularidades (algunas fuentes hablan abiertamente de corrupción) y una fortísima contestación ciudadana por la gran cantidad de extrañezas detectadas y el fuerte tufo a connivencia que desprende en favor de los cuatro peloteros de siempre. La orden de apoyar el Plan General es de José Manuel Soria, y no porque quiera echarle una mano a Zerolo, que no corren buenos tiempos para la exaltación de la amistad nacional pepera, sino porque el régimen no le perdonaría una traición al partido que quiere gobernar la ciudad con esa gracia que tiene Cristina Tavío.